Música e individuo: un reflejo de la personalidad a través de la música
- plandeviernesnoche
- 10 jun 2016
- 2 Min. de lectura
Es una obviedad hablar de la música como un fenómeno que nos acompaña día a día, que está presente a lo largo de nuestras vidas y que podemos utilizar para recordar muchos de los momentos más importantes de nuestra existencia. Lo que no es tan obvio es como afecta a nuestra personalidad, el rol que juega a la hora de hacernos crecer como seres sensibles y como queda ligada al estado de ánimo.
Podemos describir la música como una sucesión de notas encadenadas qué llega a nosotros sin avisar y se va de la misma manera, a veces, incluso sin prestarle atención.
Para nosotros la música, tanto en estado de creación como audición, es un reflejo constante de nuestras contradicciones y emociones. De las canciones de cuna a los acordes de un réquiem, la música se presenta ante nosotros de manera espontánea y natural a lo largo de nuestro camino para inspirarnos, des de el nacimiento hasta la muerte. Así la música tiene la capacidad de forjar nuestro carácter, de hacernos crecer, porque conecta con lo más profundo de nuestro ser y lo sacude emoción tras emoción, compás tras compás, convirtiéndose en el reflejo de quiénes somos y de quiénes seremos.
“Shine on you crazy dyamond” de la banda Pink Floyd es un claro ejemplo de lo que nos referimos. La primera nota nos muestra cuál es la intención de la canción: llevarnos hacía lo más profundo de nuestro infinito. Con fuerza y delicadeza, nos adentramos lentamente a un lugar que es, al menos, desconocido hasta que una extraña calma hace ecos en nuestra cabeza: sí, estamos dentro. Y se desata una cascada de sensaciones que van des del erotismo hasta el vértigo, de la euforia a la calma, y de la calma a la locura.

Encontramos pues sentido a la música cuando ésta intenta buscar en las entrañas, cuando no está hecha simplemente para ser consumida, cuando el artista no intenta llegar lejos, sino cavar hondo, tanto en su propio ser como en el nuestro. Es por ello que creemos que somos en tanto que sentimos, y sentimos en tanto que creamos.
El artista es la máxima expresión del ser libre, creador y destructor porque sólo son artistas aquellos que constantemente son capaces de romper esquemas, y romper quiere decir cuestionar estandartes, renegar de ellos y remover en lo más profundo de su alma para expresar lo desconocido, para dar nombre a lo innombrable, y así convertir un seguido de notas, colores y palabras en obras de arte.
Escuchar a John Frusciante - no sólo por su talento como músico, sino también como representante del músico artista creador y destructor, sensorial y profundo - es un viaje a los rincones más profundos de uno mismo, una introspección hacia lo más hondo de nuestro ser.
Gracias a ellos y a muchos otros, la música es capaz de facilitar el estar con uno mismo, algo que suele asustar tanto, ha acabado siendo un transporte hacia fases oníricas conscientes, o no.
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