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True Detective y la concepción circular del tiempo

  • plandeviernesnoche
  • 17 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

True Detective se cuela en nuestros televisores como otra serie de investigación policial, aunque no tardamos en darnos cuenta de que es mucho más. Los personajes son casi tan oscuros como la propia trama y la elaboración de cada diálogo y la profundidad de cada reflexión hacen de esta serie una pequeña obra de arte que merece la pena ser visionada varias veces para captar toda su esencia.


De entre los muchos temas que aparecen en la serie, uno de los que nos parece más interesantes es la concepción circular del tiempo que plantea Rust en uno de los interrogatorios – ver escena aquí –, también conocido como eterno retorno y que fue popularizado por F. Nietzsche. Este planteamiento es totalmente diferente al que rige en nuestras vidas. Frente a una concepción lineal del tiempo, el eterno retorno se nos aparece como algo extraño e inverosímil pero aunque nos resulte sorprendente, entender el tiempo y su dimensión como algo circular fue la primera concepción que se dio en las civilizaciones humanas.



El ser humano sometido a las leyes naturales imaginó el tiempo como una serie de sucesos que se repiten de forma cíclica, como ocurre por ejemplo con las estaciones del año: después del invierno siempre llega la primavera, y posteriormente siempre llega el verano, el otoño y volvemos al principio del círculo con el invierno. Para Guy Debord: El tiempo cíclico domina ya en la experiencia de los pueblos nómadas, porque se reencuentran ante las mismas condiciones en cada momento de su travesía. El hinduismo utiliza esta concepción para integrar la idea de la reencarnación y el alma eterna, que muere y renace en otro ser, cíclicamente.


Tanto en las primeras comunidades nómadas como en la civilización griega y muchas otras politeístas, entender el tiempo como un gran circulo parece estar presente. No obstante, todo cambió radicalmente con la imposición de la moral judeocristiana — religiones monoteístas — que establecieron la concepción lineal del tiempo, fundamental en la historia de occidente y aún presente en nuestras vidas. La inclusión de la vida eterna después de la muerte a la que hace referencia el cristianismo destruye la idea del ser humano como “fin” y la convierte en “medio”. Ahora el ser humano debe soportar el sufrimiento terrenal para ser recompensado con la vida eterna. Y con la vida eterna el componente cíclico del tiempo desaparece de la ecuación.


Junto a este movimiento surge el concepto de la esperanza, que muy ligada al contenido religioso, es considerado una de las virtudes teologales. Tal manera de entender las cosas se alió en la modernidad para entender la historia como una línea en el tiempo que siempre avanza ascendente hasta alcanzar la plenitud.


Varios siglos después de la implantación del tiempo como un concepto lineal, Friedrich Nietzsche junto a Freud, ambos conocidos como filósofos de la sospecha, lo reivindican como una farsa y un concepto decadente que desprecia la vida. En palabras del propio autor: “Ahí están los tuberculosos del alma: apenas han nacido empiezan ya a morir y anhelan doctrinas de fatiga y de renuncia”. Predicar la vida eterna, aquello prometido, es lo mismo que predicar la muerte.


Cuando Nietzsche pone énfasis en el eterno retorno no lo hace con tal de explicar la cosmología del universo. El eterno retorno consiste en entender la vida como un círculo. Así, cuando mueres vuelves a nacer, pero en la misma vida que siempre has vivido. Por ello, lo que propone Nietzsche es una doctrina de amor a la vida, de pasiones, donde se superen los valores morales y nazca el Superhombre. Porque para Nietzsche la vida está en la Tierra, y esta debe ser vivida con el ímpetu necesario para ser experimentada una y otra vez sin arrepentimiento. El hombre debe ser superado, junto con su moral y sus supersticiones: “Yo os conjuro hermanos, ¡permaneced fieles a la tierra y no os creáis a quienes os hablan de esperanzas supraterrenales!”


Para terminar, nos gustaría tomar un poco de perspectiva, y tratando de expulsar todas nuestras creencias, queremos poner en cuestión la realidad que vivimos hoy en día.


Desde nuestra óptica y siguiendo la propuesta nietzscheana, creemos que es vital empezar a poner en duda ciertos estandartes y ciertos valores, coger el control de nuestras vidas y decidir por ellas. Porque, como dice Bauman, estamos en una modernidad líquida, donde las grandes instituciones se derrumban, donde el futuro es incierto y no hay nada más que lo que tenemos ahora. Y por muchos pensadores que aparezcan, poniendo en duda el curso de la realidad como proceso ascendente, no deja de ser que nuestras vidas siguen estando gobernadas por la falacia de una vida eterna y su sumisión a ella, ¡el hombre no ha sido superado!. Y el tiempo es algo tan relativo, tan inexplicable, que su concepción no es nada más que otro instrumento para guiar nuestras vidas.


El universo nos supera, pero lo que no puede superarnos es la vida.

 
 
 

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